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lunes, 9 de marzo de 2009

El Comic en el Futuro.







A principios de siglo XX, con el nacimiento del cine, fueron muchas voces las que anunciaron que el libro estaba condenado a desaparecer. Para la década de los veintes, el surgimiento del radio provocó que muchos vaticinaran que los periódicos serían substituidos. Y para la década de los cincuentas, la llegada de la televisión creó la idea de que los días de la cinematografía estaban contados. Lo cierto es que, terminado ya esa centuria, estos cuatro medios siguen no sólo muy vivos, sino que con bastante fuerza cada uno de ellos. Por eso, cuando se dice que la aparición de las nuevas tecnologías están condenando al cómic a muerte, no puede uno más que levantar la ceja con escepticismo. En esta ocasión, me gustaría analizar el futuro del cómic, y tratar de dilucidar si, realmente, las viñetas en soporte físico están dando sus últimas bocanadas.
Primero que nada, creo que antes de ahondar, tendríamos de diferenciar entre medio, lenguaje y vehículo, centrándonos básicamente en este último. Llamaremos vehículo al medio puramente físico en que se nos presenta un medio, y con el que los receptores hacen contacto. En ese sentido, uno podría decir que el libro ha sobrevivido 800 años sin cambios. Ciertamente, como medio se ha mantenido, pero como vehículo a cambiado enormidades. De los tomos escritos a mano sobre pergamino, pasó a la imprenta y el papel de madera, para después saltar a las tintas sintéticas, el offset y el papel de pulpa, y después de éste, el de celulosa. Eso sin contar claro, los medios de producción, pues para fortuna de muchos profesionales del medio editorial, el linotipo es ya cosa del pasado, y la composición en caja pasó a la historia. Si analizamos estos sencillos elementos, veremos que si bien el libro se sigue llamando igual, es simplemente imposible decir que los Annales Cambriae del siglo XII y la más reciente edición de Harry Potter son un mismo tipo de medio.



El cómic, contra lo que muchos piensan, ha tenido muchos más cambios en su vehículo que otros medios. Nacido como tiras de periódico, fue sólo hasta los treintas que aparecería como un comic book, y para posteriores años surgirían otros formatos como el álbum y la novela gráfica. Sin embargo, había caído en un regazo en ese sentido a partir de la década de los ochentas, pues incluso cuando el linotipo ya había desaparecido de las editoriales de revistas, las introducciones de la computadora eran más bien discretas, limitándose al trabajo de color. Ciertos ejercicios como Digital Justice fueron la excepción a la regla, pero de todos modos, las grandes producciones seguían siendo fieles a los viejos sistemas.
Fue hasta que se inició la década de los noventas que el cómic cambió su manera de hacerse, incorporando procesos de trabajo computarizado dentro de sus formatos. Pero, en este caso, fueron los independientes los que le llevaron la delantera, pues desde 1986 se publicaba en la red T.H.E. Fox, que puede considerarse como el primer webcomic. Curiosamente, en esos años los autores no se veían como una nueva tendencia, sino que simplemente eran fanzines mucho más económicos. El primero que se vio a sí mismo como un medio distinto, y que comenzó a definir el lenguaje del medio, fue Netboy, de 1994. Sin embargo, eran aún curiosidades, y por el discreto número de visitantes, a lo que sumaremos que los usuarios de Internet eran mucho menos que ahora, no representaban un fenómeno que realmente impactara.
Curiosamente, el cambio se daría dos años después, cuando vino la llamada explosión del webcomic. Los sitios comenzaron a hacerse de seguidores, abriéndose paso dentro de la red. Curiosamente, si bien resultaron bastante exitosos coincidió con el segundo boom de los noventas, por lo que no alcanzaron a despuntar como se esperaba. Sin embargo, se había abierto la posibilidad del webcomic profesional, y ese fue el principal cambio que se vino en ese momento.
Para los inicios del 2000, comenzarían a verse webcomics que superaban a los títulos de las grandes editoriales. Fue a partir de ese momento que las editoriales mainstream intentaron sacarle partido a este nuevo género. Previews, adelantos, ediciones electrónicas especiales y materiales descargables fueron la orden del día. Incluso, muchas de las editoriales más pequeñas retomaron el concepto de la venta en línea, permitiendo que sus lectores adquirieran las revistas vía Internet, lo que les abrió un mercado muy prometedor.
Curiosamente, antes de que se apagara la polémica del webcomic, surgió otra nueva posibilidad tecnológica que se ha abierto paso rápidamente, el llamado cell-comic. Lo más increíble de este fenómeno es que en menos de un año pasó de ser una curiosidad a uno de los fenómenos más rentables, cuando menos en Japón y en Estados Unidos, pues aquí en México la presencia ha sido mucho más discreta, aunque se ha comenzado a dar.
Pero considerando la evolución que ha tenido el webcomic, y si lo comparamos con otras situaciones en el pasado, una cosa es clara: no es, ni será el substituto del cómic impreso, sino un vehículo más, que vendrá a cumplir una función paralela, como ocurriera en su momento con la televisión y el cine. Tan es así, que uno de los elementos con los que es posible saber si una de estas obras realmente ha triunfado, es cuando saca su primera recopilación impresa. Por otro lado, recordemos que, a pesar de todo lo que ha avanzado, el medio electrónico no es aún lo suficientemente confiable. De T.H.E. Fox, por ejemplo, prácticamente no hay ningún material, pues cuando dejó de publicarse, y se dio de baja el servidor, gran parte del mismo desapareció, conservándose sólo lo que algunos de los lectores habían bajado, y mucho de ello se irá perdiendo cada vez que alguien tenga que formatear su disco duro de emergencia. Así que mientras no se descubra una forma de conservar material electrónico en la red de forma más o menos indefinida, los webcomics estarán en desventaja. Claro está, todo eso puede respaldarse en discos, pero en ese caso, si no están en la red es como si no existieran.
Por otro lado, tenemos que estar conscientes de que vivimos en una época en donde la tecnología avanza realmente a pasos agigantados. Hace 4 años, la palabra cell-comic ni siquiera existía, y hace dos, uno nunca hubiera imaginado que pudiera surgir alguna forma de almacenamiento que pudiera desbancar al DVD. Lo cierto es que, actualmente, vemos una tendencia que, de conservarse, nos asegura que el cómic impreso seguirá existiendo durante algunos años más, pero posiblemente el día de mañana se nos presente algún nuevo adelanto que, efectivamente, convierta el cómic en obsoleto. Recordemos que, también durante la década de los treintas, nadie hubiera pensado que algo pudiera substituir al telégrafo, y sólo tratemos de recordar cuando fue la última vez que alguno de nosotros envió un telegrama.
Lo que sí es cierto, es que vivimos en una época en que cualquier cosa que pueda hacerse por el medio ambiente es una ventaja. Si bien es algo que no se menciona con mucha frecuencia, pero lo cierto es que los e-mails, las hojas de cálculo y los procesadores de texto han disminuido el gasto global de papel en un 20 %, y según van aumentando los negocios que se incorporan. La existencia del webcomic permite que mucha de esta tendencia vaya aumentando, y esto en un momento dado es beneficioso para el mundo en general. Lo que sí es seguro es que, de una u otra forma, y sin importar en que medio aparezca, el cómic seguirá siendo parte de nuestra cultura por muchos años más.

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